Pepe el de la Judería era un personaje muy especial en el barrio antiguo de la ciudad. Todos los lugareños tenían algo que contar sobre él, desde sus ocurrencias hasta sus sabias palabras que parecían salir de un libro ancestral. Su presencia era como un imán que atraía a todos los que pasaban por las estrechas calles adoquinadas, susurros de sucesos increíbles se extendían de boca en boca, y nadie quedaba indiferente ante el misterioso encanto de Pepe.
El legado de Pepe
Pepe el de la Judería solía sentarse en el mismo banco de la plaza central todos los días, observando el devenir de la vida cotidiana con una mezcla de picardía y solemnidad. Sus ojos, profundos como pozos sin fondo, parecían contener secretos milenarios que solo revelaba a aquellos que se acercaban lo suficiente para escuchar sus historias.